Pedro Juan Caballero, Vicente Ignacio
Iturbe, Fulgencio Yegros, José Gaspar Rodríguez de
Francia y otros ilustres próceres venían desarrollando los planes revolucionarios para independizar el
Paraguay; las reuniones “secretas” se hacían en la caza de la familia Martínez Sáenz, actual Casa de la Independencia, con mucha cautela y prudencia de parte de los amotinados, pero aun asi, toda Asunción hablaba de la conspiración; incluso en la Casa de Gobierno se sabía de los planes.
El pueblo paraguayo clamaba cambios, quería la emancipación, y la victoria obtenida en Tacuarí frente a las tropas enviadas por
Buenos Aires al mando del Gral. Manuel
Belgrano exalto el orgullo nacional a expensas del desprestigio de las fuerzas españolas. Ante el descontento popular para mantener el régimen españolista. La amenaza de esta alianza fue el motor principal para adelantar la fecha de revolución, gestada desde el dia siguiente de la batalla de Tacuarí (9 de marzo de 1811), y señalada para el
25 de mayo.
Asi, en la noche del 14 de mayo, Pedro Juan Caballero, Vicente Ignacio
Iturbe y otros compañeros se apoderaron del cuartel de la plaza, que estaba a cargo del oficial guardia Mauricio José Troche; intimaron al gobernador Velazco, pusieron en
libertad a mas de 30 presos políticos y así iniciaron la revolución.
El pueblo y las tropas invadían la plaza al grito de “Viva la unión” y, en la madrugada del 15 de mayo, el capitán Caballero exigió a Velazco la entrega de todas las armas, la admisión de dos diputados adjuntos al gobernador, la separación de los funcionarios españoles y de todos los miembros del
cabildo, que ningún buque saliera de Asunción y que el emisario portugués. José de Abreu no abandonara la ciudad.
En Principio Velazco trato de resistir la imposición, contesto en términos vago a la petición de los revolucionarios y negó rotundamente acuerdo alguno con Abreu, pero luego se dio cuenta de la inutilidad de su resistencia y optó por aceptar las condiciones impuestas.
Al atardecer del 15 de mayo fue izada la bandera paraguaya y veintiún cañonazos saludaron el triunfo de la revolución.